EL TIEMPO NO ES LINEAL. ESPACIO, TIEMPO Y DIMENSIÓN
“El hoy no es sólo un punto de llegada, sino también un punto de partida para el futuro” (Javier Tusell)

Así es como solemos estudiar el tiempo. Un recorrido continuo, que enlaza los acontecimientos de forma lineal, por etapas claramente definidas, con los hitos ordenados en cada fase, con una separación diferenciada entre el presente, pasado y futuro (disciplinas estudiadas de forma disociada) que nos hace ver desde una única perspectiva el enlace de los principales sucesos de la Historia en la construcción de nuestro presente, sin una posibilidad todavía de prospección futura.
La línea temporal nos ayuda a organizar la información, a ordenarla de forma cronológica. Es, en definitiva, una herramienta que ha hecho posible, dentro de la complejidad de la realidad, que el hombre pueda ordenar de forma lógica y manejable los acontecimientos, con el fin de comprender las causas, efectos y direcciones de nuestra Historia.

Pero ¿y si el tiempo, como se atrevió a plantear Christopher Nolan en sus obras cinematográficas, se debiera estudiar de otra forma? En profundidad, transversal, a lo estrecho y a lo ancho, en 360 grados, en sus capas de realidad (factores y aspectos, y sus interrelaciones temporales y espaciales) y en su influencia infinita en la configuración de los acontecimientos…
Su sentido y su significado, y por tanto su interpretación y ordenamiento, viene definido por la narrativa que se haya definido y establecido para su estudio y aplicación.
Seamos claros, solamente el arte y la narrativa se han atrevido a expresar y comunicar cómo se configura la dimensión del tiempo. La narrativa ha sido la única forma en la que el ser humano ha podido comprender su realidad (la interpretación y el relato rompieron con la cuarta pared para interaccionar con el espectador, los cambios de guión para repasar los flashbacks y procesos del pasado claves para seguir la trama, la inmersión del usuario en la configuración de los sucesos de la historia y alterar sus procesos en los juegos, las tramas paralelas que revelan diferentes puntos de vista de una misma realidad generando nuevos relatos y significados…). El tiempo no es lineal porque está configurado por quien lo relata, por quien le da un significado y por la relación que se le dé con los acontecimientos que lo configuran (aquellos que ya han sucedido y aquellos que están por suceder).
¿POR QUÉ GESTIONAR EL PRESENTE Y ESTUDIAR EL FUTURO IMPLICA TAMBIÉN COMPRENDER EL PASADO?
“Todas las flores de todas los mañanas están en las semillas de hoy” (proverbio chino)

En la Antigüedad Clásica romana, se rendía tributo de Estado al dios Jano (divinidad representada con dos rostros, uno que mira hacia adelante y otro hacia detrás), con el don de conocer el pasado y el futuro. Era un dios que regía sobre los tiempos de crisis, sellando las puertas en periodos de paz y abriéndolas en periodos de guerra, pero siempre con la atención puesta en el desarrollo de los acontecimientos de cambio y conflicto. Su control del tiempo, su responsabilidad de vigía en la crisis y su atención y responsabilidad puesta en el desarrollo de los acontecimientos (del pasado hacia el futuro desde el presente), lo presentan como el posible dios de la prospectiva.
El estudio del pasado (retrospectiva) y del futuro (prospectiva) tienen una base fundamental común: el enlace con el presente y la incertidumbre (el pasado ya no es y el futuro aún no llega, ambos están fuera de lo existente y tangible). Ambos tiempos son el resultado de la interpretación y orientación de su sentido y significado en el tiempo presente. No obstante, el tiempo presente tienta al hombre, en su extrema racionalidad, a focalizarse únicamente en lo tangible y evidente, pudiendo de esta forma abandonar el estudio del tiempo pasado y futuro, como si fueran dimensiones ausentes de realidad y posibilidad; ante esto, el ser humano pierde su capacidad de transcender lo que está viviendo para poder comprender y dirigir su pensamiento, experiencia y dirección.
En su naturaleza y esencia, el ser humano es un ser capaz de transcender su realidad y proyectarse en su existencia hacia las posibilidades y probabilidades, hasta el punto de poder así dotar de significado a la realidad y dominarla.
Desde sus orígenes, el ser humano está orientado hacia el futuro (¿quién quiero ser? ¿Quién puedo ser? ¿Qué puede ocurrir? ¿Qué quiero que ocurra?). Desde el primer momento en el que el hombre se orienta hacia el futuro, convierte el tiempo presente en el principal proceso de dotación de sentido y significado de la acción; es el presente, por tanto, el momento responsable del devenir de los acontecimientos y su efecto en la realidad pasada y futura. Esto implica decisión y tomar partido, de forma consciente y, por tanto, responsable, de la gestión de la realidad: Mirar hacia atrás para interpretar el qué y el porqué, mirar hacia adelante para definir el cómo y el para qué; así y sólo así, mirando hacia el pasado y mirando hacia el futuro, la acción del presente tiene una orientación y planteamiento claro en su construcción. E. H. Carr, historiador, lo expresaba así en su obra ¿Qué es la Historia?: “Sólo el futuro puede dar clave de interpretación del pasado (…). Es a la vez explicación y justificación de la historia que el pasado ilumine nuestra comprensión del futuro y que el futuro arroje luz sobre el pasado”.
En este sentido, la prospectiva necesita comprender el sentido de la realidad y sus causas (definidas en el tiempo pasado) para anticipar lo que pueda llegar a ocurrir (probabilidades de sus efectos en el tiempo futuro); se convierte así en instrumento para orientar el presente hacia la posibilidad de transformar la dirección y los efectos de los acontecimientos.
MÁS ALLÁ DEL EFECTO TÚNEL DE LA REALIDAD. VISIÓN DE CONJUNTO, EN PROFUNDIDAD E INTEGRAL
“Mientras no hayamos comprendido las relaciones entre todas las cosas y el encadenamiento de las causas y efectos, estaremos abrumados por el porvenir” (Alain)

La comprensión de los factores que edifican nuestra realidad y aquellos elementos que la han ido impulsando hacia la transformación presente y futura requiere de un análisis en profundidad, comprendiendo la integración de todos sus elementos, saliendo de esa percepción del “especialista” para incorporar el conocimiento de otras ideas y capacidades multidisciplinares, de referencia y rigor, que sean capaces de aportar a la visión de una interpretación completa, más rigurosa y completa de la realidad.
La misma metodología aplicada en prospectiva incorpora el estudio retrospectivo y descriptivo del escenario de interés[1]; es la única disciplina que integra en un proceso de análisis de la realidad tanto el estudio del pasado, del presente y, a partir de ahí, del futuro. Sin embargo, establece de forma clara que no es posible anticipar ningún escenario de futuro sin un previo estudio y comprensión del pasado y del presente. Por lo tanto, la única forma de gestionar el futuro y dominar el escenario es a través de un método sistemático, capaz de abarcar la complejidad de la realidad en todos sus tiempos e interacción de elementos con visión de conjunto, en profundidad e integral. Se establece desde la prospectiva, por tanto, de forma necesaria, un diálogo y encuentro con la historiografía. Michael Godet, padre de la prospectiva, ya establecía en su libro Prospectiva y planificación estratégica, que esta aproximación multidisciplinar y en diferentes niveles es la única forma de aproximarse a la realidad: “Concretamente sería conveniente reunir en un estudio de previsión al matemático, al economista, al sociólogo, al historiador…aunque de esto resulte que los modelos correspondan menos en cifras, pero más a la realidad”.
LA ACTITUD PROACTIVA EN EL TIEMPO DEL PROSPECTIVISTA
“Quien pudiera conocer debidamente la historia de las edades que le han precedido; será capaz incluso, de prever lo que podría surgir en el futuro” (Trabulse, 1977: 25, 20)
El estudio del tiempo ha de incluir todos los dominios temporales para abordar una correcta comprensión de la evolución de la realidad (desde sus bases, sus elementos descriptivos y aquellas claves que empujan a su transformación por sus efectos). El análisis del tiempo es, por tanto, un estudio del proceso histórico y no un estudio parcial del tiempo pasado, presente y futuro, ya que el futuro no surge de nada, sino del progreso constructivo del pasado y del presente.
Ahora, ¿y si dijéramos que el ser humano es sujeto activo en la construcción de la realidad? ¿Que no sufre el resultado de su Historia, ni es mero espectador de su presente y que, por supuesto, no espera lo que llegará desde el futuro? ¿Y si el tiempo es la herramienta de construcción de la realidad, dispuesta desde todas sus dimensiones para la iniciativa del hombre en dirigir y dotar de significado a la existencia, lejos de una perspectiva cronológica impuesta por un orden de tiempos? No hablaríamos de la “espera” de San Agustín, ni del “horizonte de expectativa” de Koselleck; sino de ver, más que prever, decir más que predecir… Lo que conlleva una clara actitud proactiva, rectora y constructora de la realidad que rompe con el determinismo, donde el ser humano, conocedor y estudioso del tiempo, puede influir en la medida de sus posibilidades en el desarrollo final de los procesos y, por tanto, en la construcción futura de su Historia.
Frente al estudio pasivo de la historia, la prospectiva añade la dimensión abierta del análisis del tiempo y las herramientas para impulsar la proactividad en su gestión y dirección del carácter estratégico de la acción humana (consciente de su voluntad, necesidad y capacidad), generando así una disciplina constructora tanto del tiempo pasado, presente y futuro.
[1] La primera fase comprende la elaboración de la base con la definición del sistema, estudio de sus componentes, el análisis del sistema y la identificación de los elementos de incertidumbre.